Todos tenemos a alguien cercano que sabe de medicina. Es nuestro médico particular. ¿Qué te duele la cabeza? “Para eso lo mejor es ponerse hielo en la nuca”. ¿Acidez en el estómago? “Un vasito de gaseosa y listo”. ¿Dolor de muelas? “Con un chupito de coñac se te arreglan todos los males”. Pero, ¿te imaginas poner tu vida en manos de este tipo de personas?
Entonces… ¿por qué lo haces con la reputación de tu marca?
Siempre habrá voluntarios que, con buena intención, pero sin ningún criterio, se ofrezcan a gestionar los canales sociales de tu marca. Porque “eso de Twitter no puede ser tan difícil”. O “porque yo tuve Facebook desde antes de que llegara a España”. La digitalización ha traído consigo una nueva forma de tratar con las marcas. Es una ventana gigante donde anunciantes y consumidores se interrelacionan de forma constante.
Conocer las redes sociales como usuario no significa tener la capacidad de gestionar canales de marca a nivel profesional. Una mala comunicación, que no respete los valores de marca, o la proyección de imágenes que no concuerden con su identidad, puede afectar directamente a su reputación.
Y, como en medicina, lo importante es la prevención. Llevar ‘hábitos de marca saludables’ ayuda a crear vínculos emocionales con tus clientes y potenciales clientes y estar en forma para adaptarte a las necesidades cambiantes de un público exigente que no reparará en compararte con la competencia.
Porque, si estuvieras en una camilla con la anestesia puesta… ¿a quién le darías el bisturí?