New ugly, feísmo, diseño choni, brutalist design… todos estos términos hacen referencia al mismo concepto; una ola revolucionaria dentro del diseño, considerada como una enfermedad para muchos puristas, con unos síntomas comunes como la aleatoriedad, la decoración provocativa, el uso de formas espontáneas y la proyección de un mensaje que no queda del todo claro.
El ugly es una corriente que se está extendiendo desde hace unos años y que está ocasionando un auténtico revuelo, separando a los profesionales del diseño en dos grupos: los que lo aborrecen y los que lo aman incondicionalmente.
Se trata de una técnica provocadora y transgresora, que busca sorprender y agitar al espectador utilizando elementos superfluos que son claramente prescindibles y que tienen más que ver con el arte que con el diseño gráfico. Y es esto último lo que hace que muchos pongan el grito en el cielo, ya que teóricamente el diseño consiste en transmitir un mensaje a un receptor de manera clara y concisa, utilizando los mínimos elementos y consiguiendo la máxima comunicación.
La ruptura con estos conceptos básicos hace que muchos profesionales se sientan de alguna manera atacados, ya que la línea que separa el diseño del arte parece romperse por completo con el ugly design.
Lo que sí es cierto es que en un mundo lleno de estímulos visuales, este tipo de composiciones nostálgicas, atrevidas y coloristas consiguen de alguna manera captar la atención del espectador, ya sea por la rabia que te produce mirarlas o por la fascinación ante un mundo imaginario en donde a muchos nos gustaría vivir.